Y lo has vuelto a hacer. Lo has vuelto a hacer pero más bèstia.
De repente, y sin avisar. Te la has llevado. Con 27, te la has llevado.
No hay ninguna justificación, ninguna explicación posible para entender este sinsentido.
Podría preguntarme sin parar y en bucle, ¿porqué? ¿Porque llevas 2 años quitándonos todo lo que apreciamos, amamos y queremos a nuestro lado?
De repente, se te paraliza el corazón, se te hiela la sangre y el tiempo se detiene. Cae como un jarro de agua fría y se te muere el alma, otro trozo más.
Entras en un estado imperturbable de shock y no puedes creer lo que ven tus ojos. Pasan por tu mente como estrellas fugaces todo tipo de recuerdos.
Tu niñez aparece con más fuerza que nunca, y aparece ella, casi como una hermana, su sonrisa, su juventud, con el pequeño año de diferencia que os marca entre las dos.
La vida nos llevó por caminos distintos y en la distancia, pero siempre nos unía un pequeño hilo, que marcó nuestra infancia y juventud.
Y no acabo de creerme de que ya no estés.
Creo que tenías una misión en esta vida. Sin quererlo y siendo injusto en la misma medida, has creado felicidad, y cuanto cuesta que pueda ser así.
Has dado vida, has hecho sonreir a personas anónimas que gracias a ti, pueden continuar viviendo.
Así de cruda es la realidad, y la vida.
La vida, que sin quererlo, pretende que sigas viviendo y latiendo cerca de nosotros, silenciosamente. Porque así, dándonos un golpe de realidad, nos hace hecho despedirnos de ti, demasiado pronto.
Demasiado pronto.